Aprender a Convivir

Como todas las facetas de nuestras vidas, la convivencia necesita un aprendizaje. Desde que somos pequeños empezamos a aprender a convivir, tanto en el ámbito familiar como en el colegio o el vecindario.
Vamos aprendiendo una serie de normas que van a regir nuestras relaciones sociales.
Los niños suelen ser egoístas e intentan satisfacer sus deseos y caprichos en cada momento.
Al tener contacto con otros niños es cuando tienen que acostumbrarse a ceder y no pensar solamente en ellos.
Para aprender a convivir con los demás
Los niños empiezan a adquirir una serie de conocimientos y reglas, que proceden tanto de sus padres y profesores como del propio contacto con otros pequeños. Es lo que denominamos educación.
Este concepto de educación es fundamental en la convivencia y comunicación con nuestros semejantes, y no debe entenderse únicamente como una serie de normas y convencionalismos sociales que debemos utilizar al tratar con extraños o con personas que no pertenezcan a nuestro entorno más próximo.
Por eso, también en el ámbito familiar o con nuestro grupo de amigos y compañeros, debemos aplicar conceptos tales como: tener paciencia, saber escuchar, respetar las ideas y opiniones de los demás, hablar con respeto, etc.
Aprender a convivir. Elementos para una buena convivencia
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El respeto:
- Cuando establecemos cualquier tipo de comunicación con otra persona, la primera premisa es aceptar la dignidad de esta persona como tal, sin prejuicios ni discriminaciones, y entender que puedan tener pensamientos y opiniones distintos a los nuestros.
- Esto no implica que no podamos discutir o combatir estas opiniones, pero siempre respetando a la persona.
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La afabilidad:
- Entendiendo ésta como una actitud positiva en nuestra relación con los demás. Un ambiente de cordialidad facilitará nuestras relaciones con los demás pero si nuestra actitud es recelosa o indiferente, difícilmente nos llevará a una convivencia satisfactoria.
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La inteligencia:
- En las relaciones sociales, las buenas intenciones no son siempre suficientes. Cuántas veces hemos visto a personas que tienen el dudoso don de la impertinencia y molestan continuamente sin ser conscientes de ello.
Para tratar con inteligencia a los demás, es importante saber escuchar e intentar conocer a la otra persona y, en caso contrario, saber callar en determinados momentos. - Una persona socialmente inteligente sabe estar y comportarse con personas muy diversas, social y culturalmente, aunque haya tenido quizá menos formación en la infancia.
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La educación:
- Es una de las bases de una buena convivencia, y la podemos considerar como un compendio de los puntos anteriores.
Factores negativos para la convivencia.
Los prejuicios:
Estos implican una mala predisposición de antemano a la convivencia, lo que nos hará tener una actitud negativa ante los demás dificultando enormemente la relación. El prejuicio va en contra del respeto que cada persona merece.
La intransigencia:
Convivir con los demás supone un esfuerzo en conseguir puntos de acuerdo. Para ello, todas las partes deben ceder a menudo en sus posturas. Cuando alguien nunca está dispuesto a ceder, la convivencia no es posible, se podrá producir una relación de acatamiento o subordinación, pero nunca de auténtica convivencia.
La falta de comunicación:
“Hablando se entiende la gente” es un dicho popular realmente acertado a este respecto. Cuántas veces la falta de comunicación provoca situaciones difíciles en todos los ámbitos de nuestra vida, que podrían ser solventadas con una simple conversación.
Aprender a convivir en el mundo actual.
El ritmo de la vida actual y la revolución en las comunicaciones han creado un doble efecto: por un lado, hemos aumentado la cantidad y diversidad de personas con las que nos relacionamos, pero por otro, la calidad de la relación entre las personas se ha hecho más superficial y más utilitarista.

La vida en las ciudades tiene como común denominador hoy en día la falta de tiempo.
Las prisas y el estrés no son buenos aliados para la convivencia.
La relación con nuestros vecinos, en muchos casos, se limita a un saludo de rigor y la convivencia familiar se resiente del cansancio de la jornada laboral.
Un tratamiento especial merece el impacto que la aparición de la tecnología ha tenido en la convivencia familiar y social.
La televisión y el celular no dejan de ser unos aparatos más, cuyo objetivo es la información y que, usado en su justa medida, es de suma utilidad.
El problema es cuando la tecnología no deja de funcionar durante todo el día y comienza a sustituir las conversaciones entre los miembros de la familia.
Por ello, es recomendable apagar el televisor y celulares en los momentos de reuniones y a la hora de la comida, para favorecer la comunicación familiar y social.